Por Carlos Del Frade | «Por eso la permanente necesidad de la memoria y la construcción de conciencia crítica para evitar una nueva etapa del saqueo planificado que solamente democratiza el dolor y la violencia»
El pasado sigue abierto en el presente por las pesadillas impunes y los sueños colectivos inconclusos. El proyecto político del golpe iniciado el 24 de marzo de 1976 fue subordinar la vida de las grandes mayorías a las imposiciones del capital financiero. Lo productivo debía desaparecer en la Argentina. El dinero debía multiplicar al dinero, filosofía del casino y cuando las cuentas del Estado estuvieran al rojo vivo, la solución vendría del gran negocio de los bancos extranjeros a través de préstamos y la perversa bicicleta de la deuda externa. El derecho laboral, construcción colectiva de generaciones y generaciones argentinas, llamado peyorativamente “el costo argentino”, debía limarse casi hasta la extinción.
Por eso seis de cada diez personas desparecidas eran jóvenes trabajadoras y trabajadores menores de treinta años. Por eso seis de cada diez personas desocupadas son jóvenes de entre quince y treinta años. Y seis personas detenidas de cada diez en las principales cinco provincias argentinas son jóvenes de entre quince y treinta años. El triple 6, la metáfora bíblica de la bestia apocalíptica que, en este caso, revela una clave de la historia profunda de la Argentina de los últimos 45 años.
Desaparecidos, desaparecidas, desocupadas, desocupados, detenidas y detenidos tienen entre quince y treinta años. La bestia es la configuración política del capitalismo que siempre castiga a quienes tienen por impulso biológico y cultural producir las necesarias transformaciones en la sociedad. Pero los últimos años confirmaron la idea fuerza que casi en clave literaria repetimos desde hace tiempo: el pasado sigue abierto en el presente. El proyecto político económico que impulsó el macrismo tuvo el mismo objetivo que la dictadura, el reemplazo de la producción por la financiarización de la economía.
El Estado colonizado a favor de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros, la multiplicación de la deuda externa, la demolición del derecho laboral, la desarticulación de la salud y la educación y el lavado de dinero como verdadero canal de circulación de la riqueza argentina. Aquello se hizo con botas, 46 años atrás; el macrismo, ahora, lo realizó con votos. Por eso la permanente necesidad de la memoria y la construcción de conciencia crítica para evitar una nueva etapa del saqueo planificado que solamente democratiza el dolor y la violencia. Porque la memoria no sirve para el pasado, si no para tener conciencia en cada presente del sueño colectivo inconcluso de ver en el trono de la vida cotidiana a la noble igualdad.
Carlos Del Frade
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